La cuesta de enero no es tradición, es mala planificación
- Héctor R. Zachrisson
- 14 hours ago
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Cómo organizar tus gastos de fin de año para disfrutar diciembre sin empezar el año endeudado

La magia (y el peligro) de diciembre
Diciembre es un mes especial: convivios, regalos, cenas familiares y un ambiente festivo que nos invita a celebrar. Pero muchas veces, lo que parece magia se convierte en una carga financiera. ¿Por qué? Porque se gasta sin plan y en enero llegan los recordatorios: estados de cuenta, colegiaturas, seguros y matrículas.
La buena noticia es que la cuesta de enero no es inevitable. No es una tradición, es simplemente falta de organización. Y aquí es donde entra la educación financiera: porque los problemas financieros no se resuelven con más dinero, se resuelven con educación financiera.
El patrón que se repite cada año
En Guatemala, diciembre y enero suelen ser los meses de mayor endeudamiento. Muchas familias se dejan llevar por la emoción de las fiestas, el deseo de agradar a los seres queridos y la presión social que imponen los convivios o las imágenes que vemos en redes. A eso se suma la falta de un presupuesto claro, que hace que el dinero se gaste en el momento sin separar prioridades. El resultado es sencillo: se disfruta diciembre, pero se sufre enero. Como dice Morgan Housel en La psicología del dinero: “No se trata de cuánto ganas, sino de cuánto logras quedarte”. Esa es la diferencia entre un diciembre tranquilo y uno que arrastra problemas hasta marzo o abril.
Anticiparse: la clave para disfrutar y no lamentar
La manera de evitar esta asfixia financiera es anticiparse. El presupuesto de fin de año no debería terminar el 31 de diciembre; debe incluir también los compromisos de enero. Una práctica muy efectiva es organizar el aguinaldo en tres partes: una para deudas, otra para los gastos de temporada y una última para ahorro. Ese pequeño hábito cambia la forma en que arrancamos el año. Aquí encaja otra idea clave: “págate a ti primero”. Normalmente dejamos el ahorro para lo que sobra, pero la realidad es que casi nunca sobra. Si al recibir el aguinaldo apartas de inmediato una parte para ahorro o inversión, aseguras tu futuro. Lo que queda es lo que puedes gastar, no al revés.
Presupuesto y presión social
Hacer un presupuesto no significa tener cada gasto definido al centavo. Lo importante es establecer límites que nos sirvan de guía. Por ejemplo, decidir un monto máximo para regalos o convivios, aunque no sepamos exactamente en qué se usará. Esto nos protege de la presión social y del constante bombardeo de comparaciones que vemos en redes: viajes, cenas, decoraciones. Muchas veces gastamos solo para “no quedarnos atrás”. Recordemos otra idea de Housel: “La verdadera riqueza es lo que no se ve, son los ahorros e inversiones, no los lujos visibles”.
El papel de las emociones en las compras
En estas fechas es fácil dejarse llevar por la emoción. Queremos ver felices a nuestros seres queridos y pensamos que la forma de lograrlo es con algo costoso. Pero el valor de un regalo no está en su precio, sino en el detalle y el significado. Un regalo pensado, una experiencia compartida o incluso algo hecho a mano puede tener mucho más impacto que algo caro. Una práctica sencilla es fijar un monto máximo antes de entrar a la tienda o comprar en línea. Eso evita que las emociones decidan por nosotros. Como dice Housel: “El dinero no es solo números, también es emoción, miedo, esperanza y hasta ego”. Reconocerlo nos ayuda a no caer en esas trampas.
Límites financieros sin sentir culpa
Poner un límite no significa privarse. Significa decidir de antemano cuánto podemos gastar sin comprometer el futuro. Una táctica sencilla es separar un sobre con efectivo o abrir una cuenta exclusiva para los gastos navideños. Cuando se acaba, se acabó. Así celebramos con tranquilidad, sabiendo que enero no se convertirá en una pesadilla financiera.
Construir un fondo de imprevistos
Más allá de los gastos de temporada, debemos pensar en la estabilidad a largo plazo. El mejor momento para empezar un fondo de imprevistos fue ayer, pero el segundo mejor momento es hoy. Aunque sea pequeño, da tranquilidad. Con apenas Q10 diarios, en un año puedes reunir más de Q3,500. Ese colchón te protege de emergencias y de los gastos de inicio de año. No se trata de grandes sumas, sino de constancia y disciplina.
Tarjeta de crédito: método de pago, no de financiamiento
La tarjeta de crédito no es un enemigo, el problema es cómo la usamos. Siempre insisto: es un método de pago, no de financiamiento. En Guatemala se han popularizado las cuotas, y es importante diferenciarlas. Si son cuotas sin intereses, pueden ser útiles para bienes duraderos como electrodomésticos o tecnología. Pero si tienen intereses, el producto puede terminar costando mucho más. Una televisión de Q3,000, por ejemplo, puede llegar a Q4,200 o más. Lo que nunca conviene es financiar consumos inmediatos. Una cena de Q1,000 en diciembre que sigues pagando en marzo es el ejemplo más claro de mala decisión. Las cuotas son una herramienta, no un ingreso extra.
Señales de alerta y presión familiar
Hay señales claras de que los gastos se están saliendo de control: usar la tarjeta para cubrir básicos, pagar solo el mínimo o justificarse con la idea de “en enero lo pago”. A esto se suma la presión familiar. Muchas veces se espera que diciembre sea sinónimo de abundancia en comida, regalos y salidas. Aquí la clave es la comunicación: el cariño no depende del precio del regalo. Proponer intercambios, obsequios simbólicos o experiencias en familia puede ser más significativo y, al mismo tiempo, más saludable para nuestras finanzas.
Conclusión: disfrutar diciembre con inteligencia
Disfrutar de las fiestas no está peleado con cuidar nuestras finanzas. Con un poco de organización, podemos celebrar con alegría y al mismo tiempo arrancar el año sin deudas. La cuesta de enero no es una tradición inevitable, es simplemente falta de planificación. Y como dice La psicología del dinero: “No se trata de cuánto ganas, sino de cuánto logras quedarte”. Ese puede ser el mejor regalo que te des este año: empezar enero con finanzas sanas y la tranquilidad de estar en control. Recuerda siempre que los problemas financieros no se resuelven con más dinero, se resuelven con educación financiera. Y parte de esa educación es entender que la riqueza no está en gastar más en diciembre, sino en aprender a pagarte a ti primero.